Durante los primeros años de la crisis, los responsables políticos y las televisiones públicas se volcaron a promocionar el emprendimiento. Pero las estadísticas son tozudas y por mucho que se anime y se busque emprender, emprender hoy en día, sigue siendo una práctica igual de minoritaria en España que antes de la crisis, según concluye el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), un estudio mundial basado en encuestas a una amplia muestra de personas que han montado empresas los últimos tres años y medio.

El año 2013 sólo cinco de cada 100 adultos de entre 18 y 65 años iniciaron un proyecto emprendedor. En cambio, en 2007, un año antes de la caída de Lehman Brothers, que precipitó la sacudida de la economía mundial, la tasa de emprendimiento era casi dos puntos más alta (7,9%).

Según los expertos, en época de bonanza las personas se sienten más capaces y tienen más confianza para emprender, pero aún así, los indicadores españoles son pobres en comparación con las economías de referencia en esta área como son los EEUU, donde la tasa de nuevos empresarios es del 13,8%, o el Reino Unido que duplica la tasa de España.

La tasa de emprendimiento que se registra aquí, sin embargo, es similar a la que hay en los grandes países europeos. Es el caso de la locomotora económica del continente, Alemania, donde hay un 5,3% de emprendedores, el mismo porcentaje que tiene Francia. Italia queda en la parte baja del ranking, con una tasa del 4,4%.

Aparte de la caída de la tasa de emprendedores, un indicador que llama la atención es que la calidad de las empresas que se crean ha empeorado. Según los últimos datos disponibles, casi el 30% emprende por necesidad, como una tabla de salvación ante la situación de vacas flacas. En cambio, hace un lustro sólo había un 15% de emprendedores que hacían el salto por necesidad, lo que implica que cada vez se emprenda más como método de subsistencia.

Sin embargo, los que emprenden por necesidad están menos preparados, tienen menos recursos y son más tradicionales, y hay que señalar que en este tipo de negocios el riesgo crece.

Emprender para subsistir, tal como recoge el GEM, conlleva bajar prematuramente la persiana. De hecho, también ha crecido el número de empresas que ni siquiera duran tres meses.

Una discapacidad del emprendimiento en España es el tamaño de las start-ups que tienen entre uno y tres empleados de media. El problema, además, es que nuestras start-ups no siempre tienen vocación de crecer. De hecho, un 20% de este tipo de empresas no tienen intención de contratar a nadie en los próximos cinco años, según los datos que recoge el GEM.

Según el presidente de GEM España, la cultura emprendedora no es algo con lo que se nazca, como lo podrían ser, por ejemplo, las aptitudes artísticas. Así, aboga por sensibilizar y acompañar a los nuevos empresarios. Para ponerlo en práctica las incubadora y las propias universidades pueden ser una buena plataforma.

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