SI uno hace un seguimiento periódico de todas las inversiones que reciben las startups en el mundo, se dará cuenta que la cifra es impresionante: 15 o 20 al día, con cifras que oscilan entre 300.000 a varios millones de euros.
A pesar de que nos dedicamos a facilitar inversión para la puesta en marcha de empresas, no deja de ser curioso el patrón que existe entre aquellas startups que se disponen a buscar financiación.
No son pocas las veces que hemos hablado de cómo se financia una startup o en qué se fija un inversor, y en particular Lánzame, a la hora de invertir en una nuava startup.
Hoy queremos hablaros de cuando un emprendedor debe buscar a un inversor para su startup, y qué se consigue en cada una de ellas.
Por nuestra experiencia, podríamos hablar de cinco momentos clave en las que un emprendedor acude a un inversor en busca de capital, y no siempre con los mismos resultados.
Tengo una idea. ¿Me das dinero?
Digamos que con esta propuesta, la capacidad de recibir financiación es nula. Cero. La idea, como ya se ha dicho miles de veces, no tiene ningún valor. Nadie va a estar dispuesto a financiar una idea.porque lo que importa no es la idea, sino ponerla en marcha. Siempre se dice que cuando uno tiene una idea, hay 7 personas en el mundo que han tenido esa misma idea. ¿Quién la pondrá en marcha primero?
Tengo una idea y yo hemos desarrollado una versión beta.
Vamos avanzando. Un inversor necesita ver donde va a invertir. No le pidas al inversor que se ponga a imaginar. Debe tocarlo y enamorarse de él desde el principio. Pero tal vez es aún temprano. Pero aquí viene el problema de ser capaz de dar un valor añadido a tu producto. Tu no puedes, y sin información de personas que si lo hayan testeado y hayan deseado utilizarlo, y además estén dispuestos a pagar por el, será difícil convencer a un inversor. Pero si lo consigues, y si realmente es un buen producto, el inversor no lo dejará escapar, pero estará dispuesto a valorarlo en calificaciones muy bajas.
Tengo una idea, y no sólo he desarrollado un prototipo de trabajo, sino que lo he probado y utilizado con empresas finales.
¡Genial! No sólo permite a los inversores tocar un producto, sino que además dispone de experiencias de consumo por parte de potenciales clientes que lo están utilizando. En este punto los inversores ya están considerando la posibilidad de poder invertir en esta nueva idea porque el emprendedor ya ha desarrollado vínculos con N potencialmente clientes que pagarán. Ya se dispone de una idea a la que se añade un valor, que es la opinión de los que si lo han probado. En este punto la Inversión, a modo de ejemplo, podría oscilar entorno los 500.000 euros para un 30% de la startup.
No solamente tengo la idea, la he desarrollado, probado y utilizado por X empresas, sino que ya está en el mercado y ya están pagando por ella.
¡Perfecto! Encontrar los primeros clientes es, sin duda lo más difícil. Ahora el camino es cuesta abajo. Quizás con los ingresos planteados no sea suficiente para ser económicamente independiente, pero se trata de una garantía de que la startup es útil para otras empresas y están dispuestas a pagar por ellas. El inversor en este punto valorará muchos inputs pero uno de ellos es la potencial escalabilidad de la startup que permita ingresar mucho dinero sin que suponga gastar proporcionalmente.
La compañía está bien establecida y económicamente viable. Necesito capital para llevar mi startup a nivel mundial.
Es el último paso. La empresa ya no se encuentra en la fase inicial. Ya no quiere dar sus primeros pasos sino que quiere dar pasos de gigante. Encontrar nuevos socios e inversores ya no será tan difícil. La valoración de la empresa será alto, pero será merecido.
Las diferentes fases en las que se requiere un inversor, como se ha explicado distan mucho entre ellas. Y es cierto que en todas ellas, incluso en la primera, un emprendedor puede encontrar inversores. A mayor madurez de la startup, mayores posibilidades de éxito tendrá la búsqueda de capital.